Muchas veces hablamos o pensamos en Ubuntu (y en Linux en general), a nivel de usuario de escritorio, como un sistema operativo que está a la zaga de sus competidores (Windows y Mac) y de los que copia muchas ideas de éstos, cuando en realidad no siempre es así, y en algunos casos ocurre todo lo contrario.
Al hilo de este tema, traigo un artículo de Jason Hiner para ZDNet en el que su autor, usuario de Ubuntu 10.04, nos habla de dos grandes ventajas de Ubuntu, en el escritorio, con respecto a Windows y Mac, y de las que éstos sistemas carecen.
Y estas dos ventajas son: el sistema integrado de actualizaciones (Gestor de actualizaciones) y la tienda de aplicaciones integrada (Centro de software de Ubuntu).
En Ubuntu las actualizaciones están centralizadas en una misma aplicación que se encarga de ello, para cualquier componente instalado, y en ese caso actualiza el que sea necesario. En Windows, por ejemplo, cada aplicación se encarga de revisarse a si misma, y es un verdadero caos mantener las últimas versiones estables de cada aplicación. En Ubuntu ésto es muy sencillo.
Por otro lado, en el Centro de software de Ubuntu tenemos miles de aplicaciones de todos los colores, listas para elegir e instalar. Volviendo al ejemplo anterior, en Windows el usuario tiene que ir instalando aplicación por aplicación, después de haberlas encontrado dispersas por la Web. Y no hablemos ya de los drivers, que convierten cada instalación de Windows en una eternidad.
En definitiva, Ubuntu (y Linux en general) copia algunas características de otros sistemas operativos de escritorio que cree interesantes y positivas para si mismo, caso de los dock o la función exposé de los Mac, ahora migrada a Compiz, pero también dispone de características que lo hacen único y mejor en algunos aspectos, como en los dos casos que hemos visto.
Ahora, el usuario es el que elige.