Una nota publicada en el blog de markdbd me hace pensar en cuanto contribuyen los fabricantes, de todo clase de hardware y periféricos para PC, a acrecentar el monopolio de Microsoft, cuando incluyen la típica pegatinita de Windows, ignorandonos al resto. ¿Acaso no es necesario con mencionar su compatibilidad en las especificaciones de la propia caja, y ya de paso completar esta lista con otros sistemas para los que también sea compatible?
Es una total falta de respeto al usuario y a su derecho de elección.
Me recuerda a lo que a mi mismo que pasó hace unos meses. Fuí a comprar una memoria USB para mi portátil, y me decidí por una de tantas, sin sospechar si esta me iba o no a dar problemas en Linux, ya que lo único que se especificaba en todo el repertorio que había en la tienda era la compatibilidad con Windows, normalmente también con Mac, pero para nada se decía algo, en ninguna de las memorias, sobre «ese sistema friki llamado Linux».
El caso es que me vine a casa con mi memoria recién comprada, de esto hace ya varios meses, y todavía sigo con ella en un cajón. Sólo pude y puedo utilizarla con Windows, por el simple hecho de que, para poder usarla, se necesita hacer uso de un fichero «.exe» que viene en la propia memoria. No hay forma de poder manejarla correctamente desde Linux porque su adaptación a Windows es completa hasta el punto de no ser 100% operativa sin ejecutar ese programa que maneja el propio sistema interno de la memoria.
¿Qué hacer entonces? Aparte de ir a la tienda y descambiarla, yo por mi parte lo tengo bien claro, no compro nada sin asegurarme antes de que va a ser 100% compatible con Linux. O por otra parte, también puedo optar por comprar en tiendas en las que se ofrece hardware compatible con Linux, como ZaReason.
¿Qué más podemos hacer? Cuando encontremos algún dispositivo interesante, en el que sólo se especifique el logo de Windows, y no se diga nada acerca de Linux u otros, escribir al fabricante comentándole que nos interesa su producto, pero que no lo compramos por su desconocida compatibilidad con nuestros sistemas.
Está claro que el cliente es el cliente, y si no se ponen las pilas en este asunto, cosa bien sencilla, perderán clientes al mismo ritmo que Linux los gana.