Desde el principio, a mi parecer mucho antes de que otros sistemas se subieran al carro, Ubuntu ha apostado fuerte por lo que ellos llaman «la convergencia«.
En realidad, la convergencia en Ubuntu va más allá de lo que se entiende en otros sistemas. No solo hablamos de un sistema operativo que es válido para sistemas móviles y de escritorio, sino que además estos sistemas móviles pueden ser utilizados como sistemas de escritorio de una forma sencilla.
El ejemplo fácil lo tenemos en un smartphone de última generación, corriendo Ubuntu, al que conectamos un teclado, ratón y monitor al llegar a nuestra mesa de trabajo, haciendo así las veces de equipo de escritorio (para tareas de poco rendimiento, entiéndase).
A medida que los equipos móviles se hacen cada vez más potentes (hoy podemos ver smartphones con 6 GB de RAM y 4 ú 8 núcleos de procesador), esto será siendo más normal. Evidentemente, los equipos de escritorio seguirán siendo más potentes, pero los móviles nos servirán para llevar a cabo muchas tareas cotidianas.
Y claro, nadie va a negar la comodidad de llevar nuestro ordenador personal en el bolsillo, y conectarle un cable, ponerlo sobre un dock, o conectarlo de forma inalámbrica a nuestros periféricos de escritorio, y hacer que sea más ergonómico para realizar nuestras tareas.
Bien, pues justamente me he encontrado con unas fotos en Google+ que escenifican toda esta teoría.
Se trata de unas fotos colgadas por Marius Quabeck en esta red social, donde podemos ver cómo convierte su phablet en un equipo de sobremesa al conectarlo con un simple cable.
Es la magia de la convergencia. La magia de Linux y Ubuntu.